A lo largo de la
adolescencia, los jóvenes buscan definir su identidad la cual, según Erikson,
es una concepción coherente del yo y que está compuesta por las creencias,
valores y las metas con las que una persona constituye un compromiso sólido, es
decir, la etapa adolescente es un periodo para que un joven pueda averiguar
precisamente quién es.
El esfuerzo de un
adolescente por construir su identidad es parte de un proceso tanto saludable
como vital, basado en logros que obtuvo en las etapas anteriores, sobre su
confianza, autonomía, iniciativa y laboriosidad con las que sienta las bases
para poder afrontar los desafíos de la adultez.
Una de las
principales tareas de los jóvenes en la adolescencia es la crisis de identidad
frente a la confusión de identidad, en esta etapa el adolescente pretende
convertirse en un adulto único, desarrollando así un sentido coherente del yo y
un rol o papel que sea valorado por la sociedad. “De acuerdo con Erickson, la
identidad se construye a medida que los jóvenes resuelven problemas importantes:
la elección de una ocupación, la adopción de valores con los cuales convivir y
el desarrollo de una edad sexual satisfactoria” (Papalia et al 2019, p. 357).
Por lo que los adolescentes que superan favorablemente esta crisis de identidad
desarrollan un sentimiento sostenido de lealtad, o un sentido de pertenencia
hacia un ser querido lo cual resulta en que este joven pudo resolver con éxito
la etapa psicosocial.
No obstante,
existe un peligro principal en esta etapa, el cual es confusión de identidad
por roles, en donde el adolescente no logra formar un sentido coherente sobre
su identidad y debido a esto puede demorar mayormente al obtener la adultez
psicológica.
Un aspecto
importante en la adolescencia es que los jóvenes deben encontrar maneras de
utilizar las habilidades necesarias para tener éxito en su cultura, estas habilidades
las adquirieron en la niñez media.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario